DORA MAAR
Dora se inició en el mundo de la fotografía tras viajar a
Argentina. Sus primeras pruebas las realizó en el estudio de Harry Meerson y
tras conocer al también fotógrafo Pierre Keffer instala con éste último un
estudio en Neuilly-sur-Seine.
Dora y su compañero alquilaban un local a un fotógrafo de
moda, quien ayudaba a Dora a retocar sus trabajos. Junto con ellos colaboraba
un joven de origen húngaro apellidado Brassaï, gracias al cual Dora conoció a
artistas y escritores muy vinculados a la política del momento, lo que la llevó a participar de
forma activa en el coplectivo de izquierdas de actore y escritores.
En 1936, Paul Eluard le presentó a Picasso. Dora se cortó
con una navaja mientras realizaba muescas en la mesa de un café en París, y los
guantes que llevaba puestos se le mancharon de sangre. Picasso, impresionado
por lo ocurrido quiso conocerla. El artista tenía 55 años y Dora sólo 28.
Picasso se dirigió a Dora en francés, y al ver la respuesta
en español de ella se interesó aún más y le pidió uno de sus guantes para
recordarla. A partir de este momento, el artista la visitó varias veces.
Ejemplo de ello es el viaje que el artista hizo a Saint-Tropez a casa de Lise
Deharme para estar con Dora, iniciándose así una larga e intensa historia de
amor.
Dora se convirtió en la modelo que Picasso retrató una y
otra vez, realizando obras llenas de dulzura. La historia, aunque apasionada
también se ve marcada por las constantes infidelidades del artista. El amor,
atracción y pasión que surge entre ambos se plasma tanto en los cuadros de él
como en la trayectoria profesional de Dora, que tras esas fotos que decoraban
las portadas de revistas de moda y anuncios publicitarios realizará fotos de
carácter social, percibiéndose un cambio en la temática de sus creaciones.
Su condición de izquierdas no solo quedó reflejada en la
firma de manifiestos revolucionarios sino que sus fotografías son el mejor
ejemplo de su capacidad artística y reivindicativa. Pasa del glamour y la
sofisticada belleza a fotografiar el rostro de la desesperación y la pobreza,
una realidad bien distinta.
Tras viajar a Cataluña, los catalanes se convierten en los
protagonistas de sus creaciones, “...los que expresan su mirada más
personal...”, por lo tanto, no es extraño observar en sus fotografías ciegos,
vendedores ambulantes, músicos tullidos, viejas vagabundas, niños en barracas
riendo y jugando. Pero en sus obras supo transmitir un sentimiento de
marginalidad que se trastoca en complicidad y en dignidad.
Tras la Guerra Civil y dando un radical giro a su forma de
ver el mundo, inicia una etapa en la que desarrolla obras de gran sensibilidad
surrealista.
Su obra, de evidente calidad, se compone de fotomontajes,
retratos, desnudos, paisajes, fotografías y escenas de ciudades como Londres,
París y Barcelona entre otras.
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