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Tuesday, June 5, 2018

Dora Maar


DORA MAAR
Dora se inició en el mundo de la fotografía tras viajar a Argentina. Sus primeras pruebas las realizó en el estudio de Harry Meerson y tras conocer al también fotógrafo Pierre Keffer instala con éste último un estudio en Neuilly-sur-Seine.

Dora y su compañero alquilaban un local a un fotógrafo de moda, quien ayudaba a Dora a retocar sus trabajos. Junto con ellos colaboraba un joven de origen húngaro apellidado Brassaï, gracias al cual Dora conoció a artistas y escritores muy vinculados a la política del  momento, lo que la llevó a participar de forma activa en el coplectivo de izquierdas de actore y escritores.  

En 1936, Paul Eluard le presentó a Picasso. Dora se cortó con una navaja mientras realizaba muescas en la mesa de un café en París, y los guantes que llevaba puestos se le mancharon de sangre. Picasso, impresionado por lo ocurrido quiso conocerla. El artista tenía 55 años y Dora sólo 28.

Picasso se dirigió a Dora en francés, y al ver la respuesta en español de ella se interesó aún más y le pidió uno de sus guantes para recordarla. A partir de este momento, el artista la visitó varias veces. Ejemplo de ello es el viaje que el artista hizo a Saint-Tropez a casa de Lise Deharme para estar con Dora, iniciándose así una larga e intensa historia de amor.

Dora se convirtió en la modelo que Picasso retrató una y otra vez, realizando obras llenas de dulzura. La historia, aunque apasionada también se ve marcada por las constantes infidelidades del artista. El amor, atracción y pasión que surge entre ambos se plasma tanto en los cuadros de él como en la trayectoria profesional de Dora, que tras esas fotos que decoraban las portadas de revistas de moda y anuncios publicitarios realizará fotos de carácter social, percibiéndose un cambio en la temática de sus creaciones.

Su condición de izquierdas no solo quedó reflejada en la firma de manifiestos revolucionarios sino que sus fotografías son el mejor ejemplo de su capacidad artística y reivindicativa. Pasa del glamour y la sofisticada belleza a fotografiar el rostro de la desesperación y la pobreza, una realidad bien distinta.


Tras viajar a Cataluña, los catalanes se convierten en los protagonistas de sus creaciones, “...los que expresan su mirada más personal...”, por lo tanto, no es extraño observar en sus fotografías ciegos, vendedores ambulantes, músicos tullidos, viejas vagabundas, niños en barracas riendo y jugando. Pero en sus obras supo transmitir un sentimiento de marginalidad que se trastoca en complicidad y en dignidad.
Tras la Guerra Civil y dando un radical giro a su forma de ver el mundo, inicia una etapa en la que desarrolla obras de gran sensibilidad surrealista.

Su obra, de evidente calidad, se compone de fotomontajes, retratos, desnudos, paisajes, fotografías y escenas de ciudades como Londres, París y Barcelona entre otras.


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